jueves, 21 de mayo de 2009

CAPITULO 11.- EL ARTEFACTO VOLADOR




EL ARTEFACTO VOLADOR (Cap. 11.).

La pitonisa y Miguel Ángel emprenden el viaje... Y mientras caminan, hablan:

- Teleniva es la única que puede deshacer un conjuro del Viejo de la Maraña Subterránea. Lo malo es que, casi con toda seguridad, te pedirá que hagas algo a cambio por ella... o que le entregues alguna cosilla...

- Ajá.

- Ella vive en la cima de una montaña rocosa, bastante alta.

- ¿Una montaña?

- Así es. Así que tendrás que subir allí en un artefacto volador.

- Ufff...

- ¿Qué pasa?

- No sé si voy a saber pilotar semejante cosa –dice Miguel Ángel, algo preocupado.

- Es fácil, ¿sabes montar en bicicleta?

- Sí... ¿Dónde está ese artefacto?

- No te preocupes, de eso me encargo yo –le asegura Haranís.


Después de un largo trayecto, la bruja y el joven llegan a un lugar pedregoso, una zona de riscos y barrancos, similar al Cerro del Hierro. Haranís le indica a Miguel Ángel cúal es la cima de Teleniva y todo lo que debe hacer y decir una vez que esté ante la ninfa, en la altitud.

Después, muestra a al muchacho hasta una especie de cueva, más bien es un socavón. Allí, se encuentra el artefacto volador sobre un pedestal o altar.


- ¡Qué pasada! Parece un invento de Leonardo Da Vinci –dice Miguel Ángel, impresionado.

- Es bonito, Teleniva lo tiene aquí para que suban hasta la cima las gentes que vienen a pedirle o a preguntarle algo.

- Qué simpática.

- No te creas, es bastante excéntrica, igual te puede ayudar que te puede matar.

A Miguel Ángel se le hace un nudo en la garganta al oír semejante cosa.

Con la ayuda del muchacho, Haranís arrastra el artefacto hasta una planicie próxima. La máquina es liviana y no muy grande, más o menos como un ala delta moderna. La estructura es de madera y tela, resistente e impermeable. Es como una bici con alas en vez de ruedas... Miguel Ángel se coloca unas gafas y un casco de piloto, se monta, pedalea y se eleva...

Al principio todo es muy bonito, como una divertida atracción de feria; pero conforme el aeronauta gana altitud la cosa se va poniendo fea: unos pájaros revolotean y gritan de forma intensa y perturbadora. Asustado, el muchacho descubre que no son aves sino extrañas criaturas aladas, son como hipogrifos.
(...)

Miguel Ángel logra alcanzar la alta cumbre y se posa casi en el filo, se baja de tan prodigiosa máquina y con sus manos pone las lentes sobre su frente. Con sus ojos puede ver un aro perfecto constituido por una multitud de piedras amontaondas. Allí, en el centro del círculo, una muchacha con unas alas maravillosas se muestra apacible. La muchacha puede tener unos... veinte y pocos años...
Tan bellísima joven voladora parece escapar al conjuro del poderoso brujo, ya que el muchacho la contempla, en silencio, tal como es... Y es ella la que primero habla.

- ¿Qué se te ha perdido allá abajo, que vienes a buscarlo aquí arriba? ¿Qué mal te hicieron, o hiciste, que vienes aquí?

Cuando Teleniva habla se hiela el alma porque su voz es electrónica y extraña. A su alrededor se amontonan un sinfín de manos cortadas descarnadas, así como unos extraños colgantes cuyas cuentas tienen un preocupante parecido con lo que nosotros solemos denominar ojos... finalmente Miguel Ángel le expone su problema.

- Guellogüín me introdujo una especie de cereza en el estómago, y ahora soy su siervo hurtador... Además, excepto a ti, Teleniva, veo a todas las chicas convertidas en cerdos verdes.

- ¿Entraste en su mundo, verdad?

- Sí, tuve que ir a rescatar a una amiga... no podía dejarla allí. Al poco tiempo el malvado embaucador apareció en el bosque e introdujo una especie de cereza en mi interior... me hechizo, para que sea yo mismo quien de nuevo le lleve a la muchacha. Aunque ahora puedo evitarlo, llegará un día en el que no podré hacerlo. Para ese momento, mi voluntad se anulará y como un espectro iré a por Alicia...

- Y has venido hasta aquí para librarte del hechizo...

- Así es, Teleniva, así es...

- Acércate


Miguel Ángel se sitúa frente a la muchacha. La ninfa voladora extrae tres piedras de su traje oscuro y las arroja en el suelo.

- Elige una piedra –le dice.

- ¿Para qué? –le pregunta él, con miedo.

- ¿Has venido aquí a resolver tu problema o a hacer preguntas?

- A resolver mi problema.

- Bien, pues entonces empieza por hacer lo que yo te diga...

- Está bien...

El joven coje una de las piedras, la que ha quedado en medio de la línea que las tres han formado al caer. Descubre que, en realidad, se trata de huevos... huevos similares a esos que traen una sorpresita dentro, pero éstos no son de chocolate sino pétreos...

- Ábrelo –le indica Teleniva.

- “En el país de los ciegos, el tuerto es el Rey” –lee el muchacho, pues este refrán popular, escrito en un trocito de tela, es lo que esconde el cascarón.

- ¿Qué significa esto, Teleniva?

- Léelo otra vez.

- “Gallo que no canta algo tiene en la garganta”. ¡Caracoles, se ha cambiado!... “Los huéspedes, como la pesca, al tercer día apestan”

Y otra vez se borra uno y aparece otro...

- Teleniva, yo he venido a esta cumbre a resolver -o más bien deshacer- un hechizo, no a leer refranes...

- Bueno, ha eso has venido sí, pero has tenido mala suerte.

- ¿Cómo? ¿Qué quieres decir?

- Mira los otros huevos...

Abre uno:

- Volver al mundo de la vigilia –lee.

Abre el otro:

- Deshacer hechizos y sortilegios...

El muchacho se queda un rato en silencio, meditando...

- Este último es el huevo que tenía que haber escogido, ya entiendo... Pero por el que yo me decanté no dice nada en concreto, sólo aparecen refranes... Refranes y más refranes... ¿Estaré ahora toda la eternidad leyendo refranes?

- Sí –le dice la muchacha alada..

- ¡Noooooo!

Grita el muchacho en la altitud; su lamento se oye en toda la región riscosa, en toda la región pedregosa. Y todas la aves responden... se produce un eco espeluznante que hiela el viento y la sangre.


- Tranquilo, hombre, sólo era una prueba –le asegura la misteriosa criatura....

Y Miguel Ángel la mira aturdido, confundido.

- Entonces... ¿ya estoy libre del hechizo, ya puedo marcharme? –le pregunta.

- No. El mundo no es tan fácil.

- ¿Qué tengo que hacer a cambio? ¿Qué tengo que darte?

- Debes adentrarte en "La Maraña".

- Para qué tengo que ir de nuevo a ese lugar vegetal y lúgubre.

- Hace tiempo me quitaron un libro, era un libro de magia. Si me lo traes te librarás del hechizo porque, entre otras cosas, ahí está la fórmula para que las ninfas aladas, como yo, puedan deshacer los sortilegios de los magos brujos que moran en el mundo subterráneo.

- ¡Pues menuda faena!

- Ya te digo...

- Pero... ¿y si ese libro no está allí?

- Sí, está allí. Me lo quito el mismísimo Guellogüín. Apareció una mañana, aparentaba ser un joven atento y apuesto. Me embaucó con tan seductor aspecto. Se apoderó del libro, adoptó la forma de un inmenso cuervo y se lo llevo entré sus garras...

- Un inmenso cuervo... –dice Miguel Ángel en voz baja.

Pero la chica le oye...

- Sí, un inmenso córvido. ¿Por qué te extrañas?

- Por nada, Teleniva, por nada...

Y le viene a la cabeza la bruja del cayado helicoidal y su mascota... Pero no se lo digo.


- ¿Y cómo se llama ese libro, Teleniva?

- “Intellectum tibi dabo”

- Bien pues... iré a buscarlo.

- ¡Toma!

La joven extrae una especie de naipe de su bello y oscuro traje -parece un diseño de Jean Paul Gaultier- y se lo entrega.

- ¿Qué es esto?

- Míralo...

Y el joven lee:

ALGUNOS CONSEJOS BÁSICOS PARA ENTABLAR RELACIONES CON LOS BRUJOS MAGOS DEL SUBSUELO EN SU ENTORNO NATURAL, LA MARAÑA.

1. Nunca vaciles a un mago-brujo del subsuelo.
2. No hagas ruido mientras andas.
3. Domestica a una víbora y úsala como colgante.
4. No seas repelente. No intentes caerle bien o hacerle la pelota, si lo haces explotas.


- Ya he estado una vez allí, en La Maraña, y no sabía nada de esto. Haranís no me dijo nada al respecto... Bien, pues tendré muy en cuenta todo lo que aquí se dice. Muchas gracias, guapa.

- De nada, gracias a ti por aceptar el reto.

- Tampoco tengo otro remedio...

(...)


Miguel Ángel desciende en el artefacto volador. Perplejo descubre que Haranís se ha esfumando, la llama pero no contesta... y piensa:

Bueno, pues tendré que ir solito a reunirme con Guello.

Miguel Ángel abandona la riscosa región y se adentra de nuevo en la selva...

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